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Corredores de conectividad

Un corredor biológico o ecológico es una ruta o una franja de vegetación que permite el flujo (movimiento) de plantas y o animales de una región a otra, favoreciendo la permanencia, la conectividad y la migración entre los parches de vegetación. Por tanto, un corredor ecológico permite el intercambio del material genético entre poblaciones para mantener la variabilidad genética4 de las mismas, de tal manera que puedan persistir en espacio y tiempo adecuados.

 

Importancia y características de los corredores ecológicos

 

Los corredores ecológicos protegen la biodiversidad, al ampliar la superficie de conservación; por ejemplo, a las especies raras y amenazadas como el oso de anteojos, el tapir de altura y aquellas que tienen amplios rangos de distribución como el jaguar y el puma, se ven favorecidas al contar con una mayor superficie para su desplazamiento y demás funciones básicas (i.e., alimentación, reproducción, procesos ecológicos). Además, ayudan a controlar las inundaciones, la sedimentación y proveen de agua limpia a las comunidades que allí se asientan, proveen protección a la producción agroforestal, actuando como rompevientos para las cosechas y el ganado, controlan la erosión y previenen la desertificación. Igualmente, promueven la recreación y las actividades de ecoturismo (Forman 1995).

Los corredores ecológicos promueven la eficiencia en el movimiento de las especies de un lugar a otro, sobre todo cuando sus hábitats se ven interrumpidos por actividades humanas. Protegen las zonas núcleo de vegetación (que pueden ser áreas protegidas) y mantienen los procesos ecológicos y evolutivos que se generan dentro de un ecosistema (Forman 1995).

 

Los corredores ecológicos y las áreas protegidas

 

El proceso de fragmentación de los paisajes naturales se produce generalmente debido a actividades humanas como la colonización y extracción de recursos naturales, originando parches de vegetación entre los que hay poca o ninguna conectividad. Este proceso conocido como “insularización” reduce la variabilidad genética de las especies, que provoca la disminución de sus poblaciones o incluso su extinción. Un corredor ecológico conecta los hábitats que han sido aislados, permitiendo que las poblaciones puedan movilizarse de un lado a otro y puedan mantener su variabilidad genética a lo largo del tiempo.

Este proceso se presente, por ejemplo, cuando una o varias áreas protegidas quedan separadas por barreras producto de las actividades humanas, tales como presencia de carreteras, áreas de cultivo, poblados, proyectos hidroeléctricos, etc. Los ríos y las quebradas no son considerados como barreras infranqueables para algunos grupos de animales (aves sobre todo). En el caso de los ríos, si no son demasiado correntosos y grandes, la barrera natural no es en extremo peligrosa como para que un animal con una buena capacidad de dispersión, pueda “aventurarse” y cruzar el río. Además, por las características de la vegetación cercana a los ríos, suelen ser hábitats seguros y pueden también proveer alimento. Resulta entonces más seguro cruzar el río que cruzar una carretera o un ambiente de cultivos o pastizales.

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